Los algoritmos están en el corazón de las redes sociales y de Internet: el futuro es inmersivo

El mundo actual está cada vez más online e influenciado por las redes sociales. Es un hecho: todo gira en torno a Internet y todo es digital. Pero hoy no sería lo mismo si la base de lo social y de la web no fueran los algoritmos.

En informática, un algoritmo es técnicamente la especificación de una secuencia finita de operaciones para resolver una serie de preguntas de la misma clase o para calcular el resultado de una expresión matemática. En términos sencillos, son las instrucciones válidas para resolver un problema y alcanzar un objetivo. Las instrucciones se colocan en secuencia, una tras otra, y deben ejecutarse en el orden en que aparecen. En las redes sociales, los algoritmos son las reglas matemáticas que muestran a los usuarios los resultados acordes con sus intereses: si miras un contenido, lo compartes o lo comentas, el algoritmo seguirá proponiéndote contenidos similares.

Los algoritmos se basan en una serie de informaciones. Como cada vez se pasa más tiempo en las redes sociales, los algoritmos registran una cantidad infinita de información, que luego se procesa y selecciona. Cuando se publica un contenido o se hace una búsqueda, el algoritmo registra la reacción de los usuarios ante ese contenido.

Indicativo, en este caso, es el algoritmo de Facebook, que se estructura en cuatro puntos: Inventory, Signals, Prediction, Score. La primera etapa es el proceso de cálculo que recoge todo el contenido publicado. La segunda se ocupa del contexto y las señales de contenido. Luego está la tercera fase, en la que se predicen los contenidos que pueden interesar al usuario. La última fase, en cambio, emite una puntuación de calidad del contenido basada en el análisis de las señales de contexto y contenido.

El algoritmo de YouTube también funciona de forma similar, mientras que el de Instagram sigue a grandes rasgos el de Facebook, recopilando y procesando datos sobre publicaciones, perfil, actividad de los usuarios y participación.

Dentro del vasto mundo del juego online, los algoritmos y la inteligencia artificial (IA) están transformando la experiencia del usuario. Estas herramientas, al igual que en las redes sociales, procesan grandes cantidades de información para personalizar y optimizar la interacción del jugador con la plataforma. Por ejemplo, en los casinos en línea, los algoritmos pueden adaptar la presentación de juegos según las preferencias y hábitos del jugador, proponiéndole títulos que probablemente sean de su interés. Así, mientras que las redes sociales utilizan algoritmos para personalizar contenidos, el juego online los emplea para enriquecer la experiencia, asegurar la transparencia y garantizar la integridad del juego. Es evidente que la fusión de la tecnología y el entretenimiento seguirá evolucionando, y los algoritmos e inteligencia artificial continuarán siendo actores principales en este escenario.

En resumen, no es exactamente lo que George Orwell pretendía en 1948. Si se quiere, algo más grande y complejo. Lo que demuestra que cada vez nos movemos más hacia la inmersividad, en cada proceso que elegimos hacer online, ya sea social o laboral. Factores, estos, destinados a afectar al presente y sobre todo al futuro. Para un mundo que probablemente será sólo digital dentro de no más de diez años.

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