Cuba arranca 2021 con una unificación monetaria que abre varios interrogantes

Cuba ingresará el primer día de 2021, en coincidencia con el aniversario número 62 de la Revolución, en una nueva etapa económica a partir de una unificación monetaria que hará desaparecer el viejo peso convertible (CUC) y con la que busca generar algunas mejoras en el poder adquisitivo de los isleños y en el mercado laboral y de alimentos, aunque no en el corto plazo.

La entrada en vigencia de la unificación fue anunciada a mediados de mes por el presidente Miguel Díaz-Canel y va en línea, con marcadas demoras, con un repetido pedido de sucesivos Congresos del gobernante Partido Comunista, que reclamó un «rediseño del sistema monetario, cambiario, tributario, de precios, de salarios y demás ingresos de los ciudadanos».

La unificación implicará de inmediato un salto del salario mínimo de 400 a 2.100 pesos cubanos (de 17 a 87 dólares), lo que significa que un dólar valdrá 24 pesos locales.

«Resulta necesario establecer un salario mínimo en el país que garantice la satisfacción de las necesidades básicas del trabajador y su familia, así como la escala de tarifas salariales aplicable a todos los trabajadores», señaló una resolución del Ministerio del Trabajo.

La suba salarial implica un aumento del 525 por ciento, y se da por hecho que empujará una carrera de los habitantes de la isla a conseguir moneda estadounidense.

Ya desde muchos años atrás varias de las operaciones en Cuba se hacían en dólares y el CUC parecía confinado al comercio exterior y al turismo, una dualidad iniciada en los años 90.

Cuando hizo el anuncio, Díaz-Canel remarcó que la unificación de ninguna manera significará una «solución mágica» a los problemas cubanos, pero sí que esperaba que la desaparición del CUC tuviera «un impacto transversal en toda la economía», porque la actualización apuntaba a «garantizar a todos los cubanos mayor igualdad de oportunidades, derechos y justicia social».

Como los expertos estiman que este nuevo camino puede traer aparejado inflación, el Ejecutivo ya advirtió que no permitirá «precios abusivos y especulativos» y amenazó con «severas sanciones» a quienes busquen aprovechar la situación. Se sabe que habrá una marcada alza de las tarifas eléctricas.

El economista cubano Carmelo Mesa-Lago, docente en la Universidad de Pittsburgh, encendió las alarmas al respecto: «la unificación monetaria y cambiaria tendrá efectos nocivos a corto plazo, porque habrá gran incremento de la inflación y el desempleo».

En declaraciones a Télam, Mesa-Lago fue mucho más optimista respecto de qué puede pasar a largo plazo, ya que «si las políticas se implementan bien, unidas a otras medidas, generarían efectos positivos como la eliminación de distorsiones, el incremento de la productividad de las empresas y las exportaciones, los incentivos a los trabajadores y, en definitiva, crecimiento económico».

En lo inmediato, la decisión es de por sí compleja, en un país con un mercado, sobre todo de alimentos, que suele estar caracterizado por la escasez y a menudo por los altos precios, más en el año de pandemia que termina y con el bloqueo impuesto por Estados Unidos encima.

Algo de esto mismo admitió el ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, días antes de que Díaz-Canel formalizara el anuncio: «hay déficit de una serie de productos, hay déficit de oferta de alimentos, de medicamentos. La situación es compleja desde el punto de vista económico», advirtió.

Y por si quedaban dudas, avisó: «Pero nosotros no podemos decir que en un mes, dos meses, tres meses o cuatro meses, una solución, una problemática de estas, se le da un vuelco completo, máxime cuando el país sigue enfrentado a las restricciones de ingreso en divisas».

Unos días después, ante la Asamblea Nacional (Parlamento), el mismo Gil Fernández habló de comenzar «una modesta reactivación de la economía» en el país, aunque la meta del «reordenamiento» conlleve que el 2021 será «también un año de restricciones».

Mesa-Lago también fue escéptico respecto de la carrera de los salarios contra la inflación, porque «aunque el gobierno ha anunciado repetidamente que no habrá ‘terapia de choque’, o sea, que la población será protegida contra el aumento de precios, será difícil que los salarios y las pensiones puedan cubrir las necesidades básicas».

Las medidas incluyen también una disminución de los subsidios estatales que, hasta acá, mantienen a un deficiente sistema empresarial.

La dualidad monetaria –que duró 26 años- había sido creada por el gobierno como una de las soluciones a la profunda crisis que derivó del derrumbe de la ex Unión Soviética, a inicios de los años 90, y que llevó a la isla al llamado «periodo especial».

Las nuevas medidas también buscan facilitar las inversiones extranjeras, ante el freno que supuso la pandemia de Covid-19 a la llegada de divisas de la industria turística, sumado a que la administración de Donald Trump había endurecido el embargo.

Cuba tiene hoy 11,2 millones de habitantes y la Cepal estimó que la economía caerá en el 2020 un 8 por ciento.

Para Mesa-Lago, hubo un error de oportunidad respecto de cuando hubiera convenido dar el paso hacia la unificación monetaria: «debió hacerse entre 2012 y 2015, cuando la relación económica con Venezuela era la mejor, (Barack) Obama ayudaba abriendo el turismo cubano a los estadounidenses y eso generó un crecimiento económico adecuado».

«Pero hacerlo ahora, cuando se sufre la peor crisis económica desde la severa del decenio del 90 no tiene sentido», concluyó.

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