Jowy Roman presentó su muestra «Miedo a Crecer»

Noviembre, 2018. Jowy Roman presentó Miedo a Crecer, su primera muestra de sala, el jueves 22 de noviembre en un espacio ubicado en Darwin 62.

Este proyecto representa el trabajo de muchos años, viajes por diferentes lugares y exploración de técnicas y materiales diversos como resina, neón, aerosol, aerógrafo, acrílico, entre otros.

Miedo a Crecer es un pasaje del arte urbano a la sala, un quiebre muy importante en su carrera, un primer gran desarrollo en salón con una gran cantidad de obras, que sorprenden en creatividad, técnica y variedad.

Jowy Roman es una artista del pop urbano, vibrante y estridente. Detallista, en continua exploración de técnicas, materiales, lugares. Su inspiración está en lo cotidiano, y busca llevarnos a la fantasía, sorprender nuestras mentes con experiencias nuevas.

“Esta obra es un quiebre en mi carrera, al pasar a concretar una muestra individual, y establecer mi trabajo dentro de un salón, apuesto a hacer de este lugar mi nuevo mundo, ordenar mi trabajo urbano y hacerlo un trabajo de sala, pero siempre con esa impronta urbana, creando un espacio de fantasía donde dejemos volar nuestra imaginación y en este caso llevarnos a la niñez, a ese espacio que todos recordamos y guardamos como una fundamental parte de nosotros” dijo Jowy Roman, sobre su muestra


Sobre Miedo a Crecer – Raul Flores Curador

¿Qué sale si juntamos la mejor sensación de vértigo, la valentía y la tibieza de nuestro niño interior, 40 osos de resina multicolor, velocidad y lo más ágil del pop y la cultura urbana actual? La nueva muestra de Jowy Román, Miedo a crecer, es una alquimia con todo lo contrario al miedo: se trata de un mundo policromático donde encontrarse con las mejores armas para hacerle frente a un mundo rígido y opaco. Sus obras crean un espacio flexible y atrevido donde el espectador queda envuelta en una experiencia que le devuelve la exploración, la valentía y la ingenuidad de la infancia. Jowy pulveriza con sus colores todo lo lúgubre del mundo adulto y recupera el brillo del primer instinto. Como un regalo de cumpleaños de una niña a un adulto que dice: “recuérdame, no te apagues”.

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